El segundo mes de 2023 quedará en la memoria de decenas de miles de mexicanos al haberse materializado el deseo, implícito, del Ejecutivo de debilitar el órgano que yace en el centro de la democracia en México. Pero no sólo será el “Plan B” lo que haga remontarnos a los sucesos de febrero, será la respuesta ciudadana para defender a la Institución que, áreas de oportunidad a un lado, permite que en México exista un gobierno del y para el pueblo.

Generalmente es aceptado decir que los mexicanos tenemos el gobierno que merecemos. Después de la civilidad mostrada por los cientos de miles de mexicanos que ocuparon las calles de decenas de ciudades en México y el mundo, y que llenaron la plaza pública más importante del país, hacen desear que esta frase sea una realidad.

Es grato pensar que la ciudadanía ha despertado; sí, los verdaderos ciudadanos que no son apáticos y participan con la intención de exigir que no se debilite la democracia que tanto ha costado construir; que se plantan ante autoridades, de forma ordenada y pacífica, para hacerles ver que no está dispuesta a perder el derecho fundamental del “voto”.

Ahora toca que, como sociedad, revisemos y entendamos qué nos toca hacer de forma sistemática y sistémica. ¿Por qué llegamos a este punto y cómo podemos evitar un mayor deterioro? Basta de indiferencia.

 

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